Por: Andrés Felipe Hernández Vargas
Investigador de Temblores ONG
Los debates frente a la legalización o regulación de las drogas declaradas ilícitas han enfrentado dos posturas ideológicas: la persistencia del prohibicionismo, o su reforma y abolición. La proscripción de cualquier actividad relacionada con las sustancias clasificadas por la Convención Única de Estupefacientes de 1961, con base en criterios morales del Norte Global y escaso rigor científico1, se internacionalizó de la mano del discurso de la guerra contra las drogas.
La legalización-regulación de sustancias con un bajo nivel de nocividad como el cannabis recreativo en Uruguay, o la hoja de coca en Bolivia y Perú, son síntomas de una previsible transformación estructural del régimen internacional de prohibición, agenciada desde América Latina. Esto, teniendo en cuenta que, durante las últimas cinco décadas, la región se ha mantenido como el epicentro de la represión, persecución, criminalización y estigmatización de los eslabones más débiles de la cadena productiva de la coca y sus derivados: cultivadores y consumidores.
Si bien estos avances deben ser reconocidos por su éxito ante la ortodoxia prohibicionista, es necesario revisar los efectos de la regulación de estas plantas frente a sustancias cuyo consumo problemático es más riesgoso. Lo que ocurre en este caso se ha denominado como la metamorfosis de la prohibición, es decir, la interdicción se hace más agresiva para drogas que continúan siendo ilegales2.
Por ejemplo, mientras el gobierno de Pepe Mujica trabajaba en la legalización de la marihuana, al mismo tiempo se incrementaron las penas para delitos relacionados con cocaínas fumables-la categoría que agrupa al bazuco, crack, paco, pitillo o pasta base-3.
Para el caso colombiano, el histórico Proyecto de Ley de regulación de la hoja de coca y sus derivados, radicado el pasado 25 de agosto por los senadores Iván Marulanda y Feliciano Valencia, es una oportunidad excepcional para la descriminalización de actores históricamente marginados y victimizados por actores armados y el Estado.
Desde Temblores ONG, realizamos un análisis detallado de este último con el fin de encontrar el lugar proyectado para el bazuco. Lo primero es que esta sustancia no haría parte del esquema regulatorio de los derivados psicoactivos que transformaría el Estado a través de centros farmacéuticos, universidades y centros de investigación; una vez compre la hoja de coca a los cultivadores y cultivadoras certificados.
Conforme a lo dispuesto en el artículo 14, se produciría cocaína cruda y clorhidrato de cocaína, de acuerdo con lo establecido por el Instituto Nacional de Salud y, según el artículo 15, el bazuco no podrá distribuirse en los centros autorizados por el Ministerio de Salud y Protección Social.
Esto obedece a que en el marco de la ilegalidad una de las características de la producción de cocaínas fumables es que se trata de subproductos del procesamiento de la hoja de coca, con un bajo nivel de fusión que facilita su uso, incrementa la dependencia y produce un grave deterioro psicosocial derivado del consumo problemático4.
De hecho, el bazuco es una combinación de elementos como cafeína, manitol, bicarbonato de sodio, lidocaínas, anfetaminas, solventes, gasolina roja, insecticidas, polvo de ladrillo, cemento blanco y algunos usuarios que frecuentaban el demolido Bronx afirmaban que podría tener huesos humanos5. En una investigación conducida por la Corporación Acción Técnica Social, que recogió muestras de bazuco en Bogotá para analizar su composición química, arrojó que ninguna de las papeletas-bichas- poseía el mismo porcentaje de pasta base o adulterantes, e incluso en algunas se desconocían sustancias de la mezcla6.
Esta podría ser, entonces, una de las razones para excluirla del esquema regulatorio planteado por los congresistas. Por ello, es necesario que se reconozca que su nivel de nocividad requiere del diseño de estrategias orientadas a la reducción del riesgo y el daño no solo físico, sino también social. Así, el Estado podría producir una sustancia alternativa que contribuya a este fin, respetando la tipología del consumo, al alejarse de la concepción de que todo consumo es problemático.
En lo dispuesto para la atención y tratamiento a la superación de la dependencia problemática, correspondiente al artículo 21, se contemplan alternativas para el uso problemático de los derivados. Pese a que no hay una delimitación de estos últimos, es posible inferir que corresponde exclusivamente a la cocaína, ya que es la única sustancia que el Estado se plantea producir y distribuir.
El enfoque de reducción de riesgos y daños, importado del Norte Global, se ha implementado en la última década en Colombia con un énfasis particular en la mitigación de los efectos problemáticos del consumo de heroína. A pesar de que este es un avance significativo para los y las usuarias de esta droga, aún no es posible comparar su éxito con medidas de este tipo para drogas igualmente ‘peligrosas’ como el bazuco. La regulación de la coca tampoco va más allá. Se plantea la creación de salas de consumo supervisado y centros de tratamiento para la superación del consumo, servicios a los que podrían acceder consumidores de bazuco que consigan su dosis en el mercado ilegal.
Como no puede haber regulación sin algo de prohibición, el artículo 27 establece restricciones para el uso de derivados psicoactivos de la hoja de coca, casi que en todo el espacio público. Aquí el panorama se oscurece. El esquema de regulación propuesto perpetuaría la vulneración sistemática de los derechos fundamentales de las personas habitantes de calle consumidoras de bazuco que no poseen un lugar privado para ejercer el libre desarrollo de su personalidad.
En Bogotá, la ciudad que alberga el mayor número de esta población en el país, el 33,7 % consume esta droga más de diez veces al día, mientras que el 20,2 % de ellas lo hace entre una y diez veces7. Esto se suma a la negación del derecho a la ciudad y a la constante criminalización, no solo por parte de la Fuerza Pública, sino también de la sociedad en general.
En el informe ‘Los Nunca Nadie’ (2018) presentamos las distintas formas de violencia que se ciernen sobre las ciudadanías de la calle, quizás la más preocupante de ellas sea la violencia homicida. En estos casos, las autoridades parecen no interesarse por comprender la vulnerabilidad y desatención de la cual son víctimas quienes habitan la calle, y por ello no hay siquiera una articulación interinstitucional que permita atacar este fenómeno que atenta contra su vida y dignidad.
Sin lugar a dudas, el Proyecto de Ley es fundamental para transformar radicalmente el discurso a partir del cual se han legitimado múltiples violaciones a los Derechos Humanos, bajo la distópica premisa de que es posible un mundo libre de drogas. La racionalización del debate en esta materia pasa por el reconocimiento no solo de las personas cultivadoras de coca o de las personas consumidores de cocaína, sino de aquellos cuerpos disidentes que han sido históricamente arrebatados de su agencia.
1 Comisión Global de Política de Drogas. (2019). La clasificación de las sustancias psicoactivas. Cuando se dejó atrás a la ciencia.
2 Taylor, S., Buchanan, J., & Ayres, T. (2016). Prohibition, privilege and the drug apartheid: the failure of drug policy reform to address the underlying fallacies of drug prohibition. Criminology & Criminal Justice, 452-469.
3 Moreira, C. (2019). Capítulo 3. Quince años que conmovieron al Uruguay. El largo ciclo de gobiernos frenteamplistas. Un repaso de sus logros, debates y problemas. En C. Moreira, Tiempos de democracia plebeya. Buenos Aires|: CLACSO.
4 Castaño, G. (2000). Cocaínas fumables en Latinoamérica. ADICCIONES, 541-550.
5 Corporación Acción Técnica Social. (2018). Échele cabeza cuando se dé en la cabeza. Obtenido de Info Sustancias: http://www.echelecabeza.com/bazuco/
6 Molina Menjura, J. A., & Niño Leal, L. H. (2015). INVESTIGACIÓN Y ACCIÓN PARTICIPATIVA CON LA POBLACIÓN CONSUMIDORA DE BAZUCO DE BOGOTÁ. Obtenido de Corporación Acción Técnica Social: https://www.acciontecnicasocial.com/investigacion-y-accion-participativa-con-la-poblacion-consumidora-de-bazuco-de-bogota/
7 Departamento Administrativo Nacional de Estadística DANE - Secretaría Distrital de Integración Social SDIS. (2018). Censo de Habitantes de la Calle Bogotá 2017. Bogotá.
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