

Katia Trillos
Activista por los derechos de las mujeres trans trabajadoras sexuales
Cordial saludo,
Afortunadamente estoy viva porque soy una persona inteligente y supe actuar a tiempo, de lo contrario no estaría aquí escribiendo para usted respetada fiscal y mi madre seguro estaría llevando un luto vestido de negro.
En este mundo nos toca sobrevivir cuando no contamos con herramientas y justicia para llevar una vida digna.
En Colombia nunca pude ser feliz, nunca pude ser quien yo era, pocas veces sentí felicidad en mi corazón y pocas veces viví con dignidad, las pocas veces que fui feliz fue en mi casa con mi familia, cuando era un niño y adolescente, cuando sentía los abrazos de mi madre y el calor de mi hogar en ese entonces fui inmensamente feliz.
Mi odisea y calvario empezó cuando fui creciendo, descubriendo, mirando mi cuerpo, sintiendo que mi cuerpo no encajaba, no concordaba con lo que yo soy, con lo que yo siento, soy una mujer pero mi cuerpo es de hombre, muchas cosas pasaron por mi cabeza me sentía confundida y triste pero el amor de mi mamá y familia fue mi apoyo y refugio, el amor el respeto y la tolerancia en todo su esplendor, yo tenía derecho a ser diferente si así lo quiso Dios, decía mi madre con su corazón sabio y lleno de amor.
Cuando me tocó salir y enfrentarme a la sociedad todo fue diferente, todo cambió, una sociedad que rechaza discrimina y excluye, una sociedad que señala, te margina y te pisotea cuando no encajas en un patrón único como ser hombre o mujer, una sociedad retrógrada que señala y discrimina cuando tienes una condición sexual diferente o cuando piensas diferente…
Soy egresada de la normal superior de Ocaña. Curse hasta 11 grado saltando muchos obstáculos burlas y discriminación, un colegio dónde muchos se reían y me rechazaban, un colegio religioso de monjas donde mi condición sexual no era la correcta, entonces la solución podría ser muchas terapias psicológicas , pero yo no podía cambiar una personalidad y un sentimiento que
nacía de adentro de mí.
Sin embargo me gusta la pedagogía, tuve algunas buenas amigas con las que salíamos a dictar clases como práctica a la pedagogía y todo ese tiempo lo disfruté mucho también.
Luego comprendí qué mi condición sexual era un obstáculo para desempeñar lo que más me gustaba, ser maestra docente, preparar una clase y disfrutar de la dinámica de una clase, mi sueño de ser maestra no iba a ser posible por mi condición sexual y por toda la discriminación y el rechazo que existe en la sociedad, y más cuando se tiene a cargo un grupo de niños que se están formando no solamente académicamente sino también como personas, la sociedad discrimina que sea una persona gay o con sexualidad diferente la que esté a cargo de esa formación, el prejuicio y la discriminación dentro de la sociedad se ha convertido en un modelo y en un estilo de vida que no permite el libre desarrollo de nuestra personalidad y nos limita en nuestras capacidades. Tenía que renunciar por mi condición sexual y buscar algo diferente, algo que pudiera desempeñar sin que mi sexualidad importara, también soy estilista profesional, mi sueño de ser maestra se vio frustrado entonces me enamoré de la belleza de cortar cabello, cepillar, tinturar etc…
Decidí no graduarme por tanta discriminación al final no podía ser maestra por mi condición y faltando un mes para el grado no volví al colegio.
Entré a trabajar a un salón de belleza, fui aprendiendo poco a poco, no ganaba mucho, es un pueblo pequeño pero cualquier cosa podía llevar a mi casa, ya no estaba en la normal, podía ser libre, podía dejarme crecer el cabello y vestirme de mujer, ya podía ser yo con el apoyo de mi familia que siempre conoció mi condición. En la calle era motivo de risas, burlas y más discriminación pero nunca presté atención a los comentarios, siempre caminé con la frente en alto porque tengo el apoyo de mi
familia y es lo único que realmente importa.
Ocaña norte de Santander, mi hermoso pueblo y como no quererlo si es la cuna que me vio nacer y dónde está mi mayor tesoro: mi familia, ha estado inmerso en un conflicto armado entre paramilitares, guerrillas, ELN y otros grupos al margen de la ley.
El conflicto armado del país tocó mi casa, mi condición sexual me llevó a ser incluida en un panfleto de limpieza social, grupo de paramilitares regaron un panfleto donde amenazaban con asesinar “ladrones, viciosos trabajadoras sexuales, hombres que tuvieron el cabello largo, y maricas” en palabras textuales, en una oportunidad llegaron al parque, nos golpearon a varios amigos gais que compartíamos, me cortaron mi cabello me patearon muy fuerte y nos amenazaron de muerte..
Hubo muchas muertes en esos días, mi mamá desesperada y traumatizada llena de nervios y depresión
estuvo de acuerdo que yo viajará a la ciudad de Bogotá a buscar mejores oportunidades y a proteger mi vida qué estaba en peligro por mi condición sexual.
Pude viajar a Bogotá y empecé a trabajar en un salón de belleza pero los ingresos eran muy pocos.Una amiga me propuso trabajar como acompañante, me propuso que me anunciara en el periódico en la sección erótica y en internet en páginas de acompañantes.
Buscando sobrevivir y adaptarme a una ciudad tan grande y fría empecé a trabajar como escort por
anuncios, No es un trabajo digno de admirar, un trabajo fuertemente criticado y señalado donde estoy expuesta y vulnerable todo el tiempo, pero finalmente un trabajo digno y autónomo, es mi cuerpo y mi decisión y ya era mayor de edad. Empecé a tener buenos ingresos económicos, empecé a arreglar mi casa en mi pueblo a mandarle dinero a mis papás, empecé a adquirir compromisos en los bancos para mejorar mi casa solicitando préstamos para arreglar mi casa que estaba en malas condiciones.
Tener compromisos en los bancos, cumplir con el hotel todos los días, mi comida, mandar para mi casa cuando mi papá se quedaba sin trabajo (el trabajo por las páginas y el periódico se pone lento y pesado a veces llegaban clientes a veces no), llevaron a que me atrasara en algunasn cuotas del banco. Me llamaban a cada rato, y desesperada tomé la decisión de salir a trabajar a la calle al norte de Bogotá, una amiga trans me recomendó que experimentara, lo único malo es la policía pero con paciencia llegan buenos clientes, fueron sus palabras. Lo peor que pude haber hecho fue salir a las calles de Bogota, comprendí completamente que ser una chica trans en Colombia era prácticamente un delito. La fuerza pública, en este caso la policía, son el terror de la noche, recibí múltiples golpes en el cuerpo y la cara, con una sustancia quemaron mi cuerpo, fuidetenida de forma agresiva y arbitraria, privada de mi libertad en varias oportunidades, unas veces en la patrulla y otras veces encerrada en el baño del CAI Navarra por varias horas mientras recibía amenazas de muerte. En dos oportunidades sentí alto riesgo de perder la vida en manos de los policías, me ridiculizaron en la calle, me
ofendieron con palabras vulgares soeces y degradantes tales como “soy una vergüenza para los hombres y la sociedad, soy una marica HP, soy hombre con tetas, produzco asco, sidosa, La escoria de la sociedad, hay que matar a esa plaga de maricas… “Que podía pasar por mi mente cuando ya me habían golpeado, quemado y amenazado de muerte por ser trans sumado el agravante de ser trabajadora sexual.¡Si en Ocaña mi pueblo no fui asesinada por grupos paramilitares, en Bogotá sería asesinada por la fuerza pública, por el estado, por la policía!
Busqué apoyo en tres organizaciones que trabajan con la comunidad LGBTI Y con los derechos de poblaciones vulnerables. Iniciamos un proceso disciplinario en la policía y un proceso penal en la fiscalía.
Acudí a la fiscalía encargada de proteger mi vida y mis derechos para que se hiciera justicia, para que se protegiera mi vida que estaba en peligro por haber identificado y haber denunciado a los policías.
Aunque estaba haciendo lo correcto, buscando mecanismos de protección, buscaba que la fiscalía en su deber obligatorio de proteger mi vida y mis derechos, actuará de forma rápida, oportuna y garantizara mi seguridad, mi vida y mis derechos fundamentales, evitara una revictimización ya que era víctima de desplazamiento forzado algo que enuncie desde un principio y lo más importante proteger mi vida como derecho irreparable. Un proceso lento y tardío como es natural del estado
colombiano, pero siempre apoyada en las organizaciones porque yo sabía que sola no podía hacer nada o no llegaría tan lejos.
El proceso disciplinario dio como resultado la sanción de tres policías con la confirmación en segunda instancia de cumplir la sanción impuesta, los mismos tres policías que identifique con la fiscal 45 de libertad individual en ese entonces, doctora Leonor prieto. Esto fue en compañía de Alba Peña del CTI y con presencia del Ministerio Público.
La sanción de los tres policías en el proceso disciplinario fue un agravante para mi situación, recibí más amenazas, persecuciones, hostigamientos, estaba en un inminente riesgo de perder la vida por venganza a las sanciones disciplinarias.
Me acerqué a la fiscalía y advertí que estaba siendo revictimizada por los mismos policías del CAI Navarra, que estaba recibiendo amenazas de muerte y que en cualquier momento podrían atentar contra mi vida.
Me sentí desilusionada, desprotegida y muy vulnerable cuando la fiscal encargada de proteger mi vida y mis derechos traslada mi proceso a la justicia penal militar! Ella argumentó, en mi opinión, de forma irresponsable que los policías estaban en el ejercicio de sus funciones. Esto fue la noticia más triste que recibí y ahí comprendí que mi vida estaba en peligro y no le importaba a la fiscalía.
No es función de la policía ser un patrón de discriminación en la sociedad, no es función de la policía
pisotear los derechos humanos y la dignidad de las personas, ni mucho menos es función golpear y quemar a una persona por su condición sexual ¿Es acaso esto una función de la policía? Sumadas las palabras vulgares, degradantes y múltiples amenazas de muerte, ¡qué que equívoca función de la policía y qué equívoca decisión de la fiscal! ¿En qué estaría pensando la fiscal cuando tomó esta
decisión y comprendí que mi vida no tenía ninguna importancia para la justicia colombiana? Mi vida estaba en peligro, la fiscal lo sabía, yo personalmente lo informe, cuántos derechos fundamentales vulnerados y mi dignidad por el piso. Entonces comprendí que la vida de una travesti, con el
agravante de ser trabajadora sexual en Colombia no tiene ningún valor.
En la justicia penal militar no contaba con ningún tipo de garantía, ellos mismos eran los victimarios y opresores, comprendí que en cualquier momento podrían atentar contra mi vida por la sanción disciplinaria y por el proceso penal en curso. La decisión de la fiscal de lavarse las manos y de trasladar mi expediente a la justicia penal militar daba vía libre para que me asesinaran en cualquier momento y luego argumentar que era una travesti de la calle, ladrona delincuente entonces por eso la mataron,
como ya lo estaban planeando y como ya me lo habían advertido en múltiples ocasiones...
Yo personalmente sabía a qué tipo de personas me estaba enfrentando, observe muchas veces el odio en sus miradas, se atrevieron a quemar mi cuerpo con una sustancia desconocida, me golpearon muchas veces, me ofendían con palabras vulgares degradantes y soeces, con mucha rabia en sus miradas y sentimiento de venganza, exteriorizaron su pensamiento y su transfobia en contra
de mi vida y mi condición sexual. La decisión de la fiscalía de no proteger mi vida y mis derechos me llevó a abandonar el país para sentirme segura y tranquila.
Sentir un alto e inminente riesgo de perder la vida, sentir que mi vida, mi condición sexual y lo grave de mis denuncias no le importó a la fiscalía me afectó mucho psicológicamente, comprendí qué mi vida únicamente le importa a mi familia, a mi mamá que me llevó en su vientre, de resto a nadie le intereso.
Desilusionada y triste del proceder de la justicia colombiana busque refugio en Ciudad de México.
Una ciudad hermosa llena de cultura y diversidad, además por ser una chica trans y pertenecer a un sector vulnerable hicieron un enfoque diferencial y una prioridad con mi reconocimiento como refugiada, yo anexe medida cautelares solicitadas en Colombia, más la sanción disciplinaria de los tres policías, el número del proceso penal y la narración de todos los hechos ocurridos en Colombia y mi alto riesgo de perder la vida.
Ya tengo mi residencia permanente, me siento segura, protegida y tranquila gracias a México. En Colombia el final hubiera sido trágico mientras mi expediente se paseaba de oficina en oficina.
Después de varios meses en respuesta a una solicitud de mi abogado, regresaron mi expediente a la justicia ordinaria, a la fiscalía donde realmente debía estar por las múltiples violaciones a los derechos humanos y a los derechos fundamentales, por lesiones personales con reporte de medicina legal y discriminación que es el cáncer de la sociedad.
Creo en la justicia, aunque camina de forma muy lenta y en ocasiones cojea, creo que Dios es perfecto en todo lo que hace y tarde o temprano la justicia llega. En México me siento feliz, segura, vivo con dignidad y he tenido mejores oportunidades, lo único duro y difícil es tener mi familia lejos, en mi condición de refugiada en México no puedo regresar a Colombia: es un requisito.
Tampoco me nace regresar a un país al que no le importó mi vida, ni mis derechos fundamentales, ni mi condición de chica trans como población vulnerable y desprotegida. Si Dios lo permite, más adelante quiero traer a mi familia para reunirme con ella en México y ser feliz completamente.
Espero que que la fiscal encargada, sea una persona sensata y con un corazón más humano. El rechazo y la discriminación en la sociedad se ha convertido en un estilo de vida muchas veces aceptable y muy pocas veces condenable y es cuando entendemos el porqué se
degrada cada vez más la sociedad.
Se debe tomar una decisión contundente y estricta con los policías, dejar en claro qué no es función de la policía salir a discriminar y pisotea los derechos humanos y la dignidad de las personas.
Debe ser una decisión que haga temblar la institución, una decisión que le haga entender a los policías viejos y a los nuevos que todos los seres humanos merecemos el mismo respeto y un trato digno, se debe frenar de forma radical y contundente la discriminación y el prejuicio dentro de la policía. Todo esto en el restablecimiento de mis derechos y mi dignidad como persona víctima y revictimizada por la fuerza del estado.
Creo en la justicia, creo que tantos golpes, tantas humillaciones, tanta discriminación, tantas palabras
degradantes y vulgares que recibí, tanto daño no puede quedar impune.
Creo que el tiempo de Dios es perfecto, creo en la justicia cuando se persiste y cuando se busca apoyo como el que yo busqué con organizaciones que me acompañaran en el proceso, porque yo sola realmente no hubiera logrado nada. Si no hubiera viajado seguro mi madre estaría llorando la irresponsabilidad de la justicia colombiana.
La justicia tarda pero llega y espero que llegué ese día para sentir paz y justicia en mi corazón.
Agradezco su amable atención.
Atentamente,
Katia trillos Pérez
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